Uno de los mayores avances del Acuerdo Final de Paz firmado en 2016 fue incluir la voz de las personas exiliadas en el proceso de verdad y reconciliación. La CEV asumió este reto y lo convirtió en una parte esencial de su mandato. No fue fácil, pero gracias al esfuerzo de muchas organizaciones en el exterior, el exilio fue reconocido como una expresión concreta del conflicto armado colombiano (Gobierno de Colombia & FARC-EP, 2016, p. 131).
La CEV no se limitó a escuchar testimonios. También desarrolló un enfoque metodológico que permitió integrar a los exiliados en el diseño del proceso. Esto significó organizar encuentros, talleres, campañas pedagógicas y estrategias de participación desde distintos países. Fue un proceso que se pensó desde el respeto, la escucha y el reconocimiento de los saberes de las víctimas (Martínez-Leguízamo, 2022, p. 118).
El informe final del exilio, construido en cinco fases, mostró que el destierro no es un hecho aislado, sino una política sostenida de silenciamiento. Al darle un lugar central en su narrativa, la CEV ayudó a visibilizar cómo las dinámicas del conflicto se extendieron más allá del territorio colombiano, afectando profundamente a miles de personas en otros países.
Este reconocimiento no solo tiene un valor simbólico. También implica repensar la historia del conflicto colombiano desde una perspectiva más amplia y plural, donde todas las víctimas, estén donde estén, sean escuchadas y reconocidas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario